De todos es sabido y conocido, que son muchos los estudios y tratados científicos que podemos encontrarnos en el mercado sobre la problemática que se nos puede presentar en la actualidad con el agua. Tema que cada día ocupa o debiera ocupar más la atención de científicos, técnicos, políticos y en general de muchos de los habitantes del planeta.
La escasez de este bien primordial de primera necesidad, nos obliga a HS Group como empresa, a reiterar nuevamente una llamada a la moderación de consumo y al uso inadecuado (contaminación del medio ambiente por vertido directo de aguas infectadas sin previo tratamiento, agua dulce no apta para el consumo humano por carecer de las mínimas medidas de potabilidad, falta de control continuo de agua de piscinas, spas, balnearios, parques acuáticos de uso privativo o público.. etc.), por parte de la población a nivel mundial, ya que sin su colaboración los esfuerzos técnicos llevados a cabo resultarían insuficientes.
Sólo muy poca agua es utilizada para el consumo del hombre, sabemos que el 97 % es agua del mar, el 3% agua dulce, de los ríos, lagos y mantos subterráneos, de la cual el 1% tal como se encuentra en la naturaleza, para ser utilizada sin riesgo para el consumo humano, requiere ser tratada, para eliminar las partículas y organismos que puedan ser perjudiciales para la salud de las personas (legionella, hepatitis, cólera, fiebres tifoideas..etc).
La creciente necesidad de lograr el equilibrio hidrológico que asegure el abastecimiento suficiente de agua a la población, se logra armonizando la disponibilidad natural con las extracciones del recurso mediante el uso eficiente del agua.
Si observamos y analizamos el Distrito Federal de la ciudad de México, un país rico en recursos naturales, donde obtiene el agua que consume su población de fuentes tales como ríos, arroyos y acuíferos del subsuelo. Estos acuíferos se recargan de forma natural en época de lluvias. Sin embargo, la época de lluvias tiene una duración promedio de unos cuatro meses, lo que propicia una escasa captación.
Además del total de agua captada por las lluvias, aproximadamente el 70% se evapora. La desproporción que existe entre la cantidad de agua que se capta por escorrentía y las extensiones territoriales que comprenden, unido a la corta temporada de lluvias hace que la disponibilidad del agua sea cada vez menor.
Bajo este panorama México se enfrenta actualmente a graves problemas de disponibilidad, desperdicio y contaminación del agua. Las fuentes, los manantiales, las cuencas o cañadas están en acelerada vía de extinción, hay cambios de clima y de suelo, inundaciones, sequías y desertización. Pero es sin duda alguna la acción humana la más drástica: ejerce una deforestación delirante, ignora los conocimientos tradicionales, retira el agua de los ríos de diferentes maneras, entre otras con obras de ingeniería, represas y desvíos. Y es que ante una situación de escasez del agua la amenaza se cierne sobre tres aspectos fundamentales del bienestar humano: la producción de alimentos, la salud y la actividad política y social. Esto se complica aún más si el recurso disponible se encuentra compartido, sin considerar el aspecto ecológico.
Es por esto que, la gestión del recurso deberá tender a evitar situaciones conflictivas debidas a escasez, sobreexplotación y contaminación, mediante medidas preventivas que procuren un uso racional y de conservación. La conceptualización de la conservación del recurso agua debe entenderse como un proceso que cruza a varios sectores, por lo que la estrategia debe considerar todo: lo económico, lo social, lo biológico, lo político, etc…
El agua, vital líquido, es un recurso imprescindible pero escaso para la vida.
Menos del 1% del agua del planeta es dulce y accesible para el hombre, aunque este porcentaje es variable considerablemente según el lugar, clima o la época del año. El sector agrícola es el mayor consumidor de agua con el 65%, no sólo porque la superficie irrigada en el mundo ha tenido que quintuplicarse sino porque no se
cuenta con un sistema de riego eficiente, razón principal que provoca que las pérdidas sean monumentales. Le siguen el sector industrial que requiere del 25%. Consumo doméstico, comercial y de otros servicios urbanos de carácter municipal con un requerimiento del 10%. Para el año 2.015 el uso industrial llegará a alcanzar el 34% a costa de reducir al 58% los volúmenes destinados para el riego y al 8% los destinados para otros usos. Estudios certifican que el consumo total de agua se ha triplicado desde 1.950 llegando a sobrepasar los 4.300 Km3/año, cifra que equivale al 30% de la dotación renovable del mundo que se puede considerar como estable.
El agotamiento del agua subterránea es la amenaza oculta para la seguridad de los alimentos. La oferta de alimentos de muchos países en desarrollo depende del agua subterránea que se utiliza para irrigación. Si ese recurso no se administra de forma más sostenible, puede que algunas de las zonas más pobladas del mundo tengan que enfrentarse a una crisis profunda en el futuro.
El primer estudio global del Instituto Internacional para el Manejo del Agua (IWMI) sobre la escasez del agua, publicado en el año 1.998, puso de manifiesto que el agotamiento incontrolado de las capas acuíferas subterráneas representaban una seria amenaza para la seguridad de los alimentos en muchos países en desarrollo.
En esos países, el agua subterránea se ha convertido en el sostén principal de las actividades agroalimentarias. Sin embargo, ese valioso recurso natural no se está utilizando de manera sostenible. En los países en los que se depende del agua subterránea para el regadío, el exceso de extracción de agua está provocando que los niveles freáticos de agua dulce estén descendiendo a un ritmo muy alarmante.
Las consecuencias derivadas de no intentar solucionar ese problema son potencialmente catastróficas especialmente para las poblaciones más subdesarrolladas o pobres, que son las que más padecen la escasez del agua. Son tres los problemas principales que caracterizan a la utilización del agua subterránea: las inundaciones y la salinización causadas por un drenaje insuficiente; y finalmente, la contaminación, debida a las actividades intensivas agrícolas, industriales y de otro tipo.
Cada vez es más frecuente ver como algunas acciones que realizamos en nuestra comunidad deterioran no sólo la calidad del agua, también nos acerca más a la racionalización severa del recurso para poder cubrir las necesidades de todos los pobladores. Esta situación no llevará a la reflexión de que en pocos años tendremos una escasez de agua que pondría en riesgo el desarrollo social de todos.
La contaminación del agua por tuberías de desechos debe ser controlada de alguna manera. El déficit local y regional de agua es debido, sobre todo, al aumento de las necesidades surgidas del desarrollo económico y de la explosión demográfica.
El hombre ha utilizado el agua para fines cada vez más numerosos, y su dependencia de ese elemento no ha hecho más que crecer.
El agua, como necesidad de primer orden es cada vez más apreciado, tanto para uso doméstico, industrial o agrícola. Su escasez, sobre todo en las zonas áridas y semiáridas, la sitúan como prioridad vital para el desarrollo de las poblaciones: “si no hay agua, no hay vida”.
Muchos son los programas emprendidos para el uso racional del vital líquido; sin embargo, gran parte de ellos adolecen de objetividad, ya sea por su difícil aplicación o por el elevado costo que representan. Es más, se ataca el problema desde puntos de vista sofisticados (se llega a pensar que el modelo más complicado es el mejor), sin embargo existen oportunidades valiosas que están a nuestro alcance, que solo requieren ser visualizadas, un tratamiento técnico simple y “conciencia de todos”.
Hoy por hoy se habla mucho de las plantas tratadoras para reutilización del agua en ciertas actividades donde no se requiere la calidad de potable (claro, dado el acondicionamiento de las aguas degradadas). Pero hemos olvidado que también hay desperdicios que no están a la vista y por el podemos decir que en la actualidad, una cuarta parte de la población mundial, es decir, unos mil quinientos millones de personas, que principalmente habitan en los llamados Países en Desarrollo, sufren escasez severa de agua limpia, lo que ocasiona que en el mundo haya más de diez millones de muertes al año producto de enfermedades hídricas.
El agua es indispensable para cualquier actividad: la industrial, la agrícola y la urbana ya que promueve su desarrollo económico y social. Con el propósito de alcanzar un manejo sustentable del recurso futuro, es necesario que todos los ciudadanos conozcamos la situación real del agua y participemos con las instituciones gubernamentales en la toma de decisiones para el manejo responsable del agua.
Se necesita la participación de los miembros de la sociedad para que desde cada una de sus actividades: en el hogar, en el trabajo, en la escuela, en la comunidad, en las áreas de recreación, consideren el agua haciendo uso eficiente del recurso y cuidando de no regresarla tan contaminada para preservar la calidad de las reservas naturales de la misma.
La escasez de agua se ha venido considerando como un problema hidrológico, cuando en realidad es cada vez en mayor grado un problema económico, y más en los tiempos difíciles que estamos viviendo, puesto que se trata de un recurso escaso, que al margen de otros usos, es demandado casi en un 90% para actividades económicas. Pues parece necesario acercarse a la escasez del agua también desde una perspectiva económica, puesto que, pese a sus características especiales, el agua es un bien al cual podrían aplicársele criterios análogos a los que se usan para asignar otros recursos también escasos.
Podemos decir que para la ecología, hoy que tanto de moda y en boca está lo relacionado con el medio ambiente, el agua tiene una doble vertiente o valor, por una parte es un elemento del ecosistema y consecuentemente un activo social, y por otra es generador de ecosistemas.
Dos son las funciones ecológicas fundamentales del agua:
a) Mantenimiento de los ecosistemas que le son propios
b) Vehículo de transporte de nutrientes, sedimentos y vida, es un bien común cuyo respeto debe conciliarse con el desarrollo sostenible de las actividades humanas sobre la tierra.
Existen algunas zonas geográficas tradicionalmente afectadas por la escasez del recurso hídrico a las que no se puede dar una solución aceptable para sus problemas si no es la mayor y mejor disponibilidad de ese recurso, que no poseen, puesto que tanto las aguas subterráneas como la reutilización y en su caso la desalación se ha aplicado hasta límites razonables sin resolver los problemas, y que por lo tanto, debería ser suministrado por la aportación externa de agua o la modificación de sus estructuras productivas.
En ciertos casos, la desalación podrá resolver algunos problemas hidrológicos, pero además del alto coste que comporta, su utilización masiva supone una contradicción básica desde el punto de vista ecológica puesto que se sustituyen los recursos renovables por otros que demandan un elevado consumo energético, muchas veces de origen fósil.
Mientras que en muchos lugares el agua limpia y fresca se da por hecho, en otros es un recurso escaso debido a la falta de agua o a la contaminación de sus fuentes. Aproximadamente 1.100 millones de personas, es decir, casi un 18% de la población mundial, no tienen acceso a fuentes seguras de agua potable, y más de 2.400 millones de personas carecen de saneamiento adecuado. En los países en desarrollo, más de 2.200 millones de personas, la mayoría de ellos niños, mueren cada año a causas de enfermedades asociadas con la falta de acceso al agua potable, saneamiento inadecuado e insalubridad. Además, gran parte de las personas que viven en los países en desarrollo sufren de enfermedades causadas directamente o indirectamente por el consumo de agua o alimentos contaminados o por organismos portadores de enfermedades que se reproducen en el agua. HS Group está convencido y así le avalan informes de algunas ONG´s (Cáritas entre otras), que con el suministro y el tratamiento adecuado del agua para su consumo y de saneamiento, la incidencia de contraer algunas enfermedades y consiguiente muerte podrían reducirse hasta en un 75%.
La carencia de agua potable se debe tanto a la falta de inversiones en sistemas de agua como a su mantenimiento inadecuado. Cerca del 50% del agua en los sistemas de suministro de agua potable en los países en desarrollo se pierde por fugas, conexiones ilegales y vandalismo.
Los problemas de agua tienen una importante implicación de género. Con frecuencia en los países en desarrollo, las mujeres son las encargadas de transportar el agua. En promedio, estas tienen que recorrer a diario distancias de hasta 6 km, cargando el equivalente de una pieza de equipaje o unos 20 kg. Las mujeres y las niñas son las que más sufren como resultado de la falta de servicios de saneamiento.
La mayor parte del agua dulce, aproximadamente el 70% del liquido disponible mundialmente se utiliza en la agricultura. Sin embargo, la mayoría de los sistemas de regadío son ineficientes: pierden alrededor del 60% del agua por la evaporación o reflujo al los ríos o mantos acuíferos. La irrigación ineficiente desperdicia el agua y
también provoca riesgos ambientales y de salud, tales como la perdida de tierra agrícola productiva debido a la saturación, un problema grave en algunas áreas del sur de Asía, así mismo sabemos que el agua estancada provoca la transmisión de la malaria.
El consumo de agua en algunas áreas ha tenido impactos dramáticos sobre el medio ambiente. En áreas de los Estados Unidos, China y la India, se está consumiendo agua subterránea con más rapidez de la que se repone, y los niveles hidrostáticos disminuyen constantemente. Algunos ríos, tales como el Colorado en el Oeste de los Estado Unidos y el Río Amarillo en China, con frecuencia se secan antes de llegar al mar.
De acuerdo a las estimaciones del Banco Mundial, más de mil millones de habitantes en el mundo no tienen acceso a suministros de agua apta para el consumo y 1.700 carecen de saneamiento adecuado.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), calcula de aquí al año 2.027, aproximadamente un tercio de los habitantes del mundo sufrirá escasez de agua seria. Las razones para ello son evidentes: la mayor demanda sobre los recursos de agua dulce provocada por las crecientes poblaciones humanas, el empeoramiento de la calidad de los recursos acuíferos existentes debido a la contaminación y las necesidades creadas por la dinámica expansión industrial y agrícola.
La escasez y la mala calidad del agua ponen en peligro la salud, el bienestar social y económico, la seguridad alimentaria y la diversidad biológica. A la escasez de agua, no hay que olvidar y sumar, como problema añadido, su contaminación. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido en distintos informes de los efectos contaminantes de los plaguicidas y fertilizantes utilizados en la agricultura, que dañan las reservas de agua en superficie y subterránea. Aproximadamente un 80 % de toda la contaminación marina tiene como origen las actividades humanas en tierra, tales como la urbanización, la agricultura, el turismo, el desarrollo industrial, el vertido de aguas residuales insuficientemente tratadas y desechos industriales, y la construcción de infraestructura costera.
Alrededor del 80 % de todas las enfermedades y más de una tercera parte de todas las muertes en los países en desarrollo están relacionadas con el agua. Cada ocho segundos muere un niño por una enfermedad relacionada con el agua. Cada año, más de cinco millones de personas fallecen por dolencias vinculadas a su consumo, la falta de higiene en el hogar o defectos en la canalización. Diarreas originadas en un 30 % de los casos por el agua, causando una grave deshidratación y malnutrición, mata cada año a casi 3 millones de niños menores de cinco años, lo que representa la cuarta parte de muertes en este grupo de edad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), calcula que la morbilidad (número de casos) y mortalidad (número de muertes) derivadas de las enfermedades más graves asociadas al agua se reduciría entre un 20 y un 80 por ciento garantizando su potabilidad y adecuada canalización.
Los patógenos que prosperan en los ambientes acuáticos pueden provocar cólera, fiebre tifoidea, disenterías, poliomelitis, hepatitis, salmonelosis. Se transmiten al beber agua infectada, comer pescado y marisco contaminado, bañarse, nadar o vadear en aguas contaminadas o por insectos y caracoles acuáticos.
La esquistomiasis mata cada año a unas 20.000 personas según la OMS. Se contrae al lavarse o bañarse en ríos, lagos o canales infectados. Un gusano llamado esquistosoma penetra por la piel, llega a la sangre y se instala en los vasos sanguíneos de los intestinos o la vejiga causando, por ejemplo, un tipo de cáncer de vejiga que es la principal causa de muerte para los hombres menores de 44 años en Egipto.
La incidencia de la dracunculosis ha decrecido un 97 % desde 1.986 gracias a la adopción de medidas preventivas como filtrado de agua, la desinfección de estanques, la instalación de bombas y la protección de fuentes. La dracunculosis la causa un parásito conocido como gusano de Guinea. La hembra adulta puede medir hasta un metro de largo y dos milímetros de ancho. El parásito recorre el cuerpo causando enormes dolores, sobre todo en las articulaciones. Finalmente, emerge por la piel, normalmente por los pies, causando edemas, ampollas y úlceras que suelen ir acompañadas de fiebre, náuseas y vómitos. Los afectados pueden infectar los estanques de los que abastecen las aldeas sumergiendo la parte afectada en el agua.
La erradicación global de esta enfermedad parece próxima, con lo que, con la poliomelitis, se convertirá en una de las escasas enfermedades que pueden darse por eliminadas del Planeta, categoría en la que entra ya la viruela. Para ello se requiere que no se notifiquen casos en ninguna parte del mundo durante al menos unos tres años. La OMS certificó, su erradicación en Pakistán, Irán y otros 19 países, entre los que figuraban Brasil y Papúa Nueva Guinea. Aunque continúa presente en 18 países, 16 de ellos subsaharianos, su retroceso es evidente: En 1.986 se contabilizaron tres millones y medio de casos frente a los 120.000 detectados en 1.995. La mitad de todos ellos se produce ahora en un solo país, Sudán cuya situación de conflicto dificulta la erradicación de una enfermedad para la que se precisaría una inversión de unos tres millones de dólares. La dracunculosis sigue siendo una dolencia endémica en el 44 % de las aldeas del país. Unos 200 millones de personas de Asia, África y Latinoamérica sufren giardiasis, una infección intestinal que se transmite sobre todo por el consumo de agua contaminada por heces. Causa diarrea, dolores abdominales y pérdida de peso. Cada año se registran unos 500.000 nuevos casos, la mayoría en niños.
En la actualidad, el cólera, el tifus y la disentería son raros en los países industrializados. No así en los países en vías de desarrollo, donde cada año se registran unos 16 millones de casos de cólera y 120.000 defunciones por esta enfermedad. Un 80 % de los casos y muertes por cólera se registran en Asía, pero también tiene una alta incidencia en África y Latinoamérica.
En Estados Unidos, las enfermedades provocadas por microorganismos transmitidos por el agua disminuyeron a una milésima parte durante el último siglo. Aun así, la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. calcula que las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua cuestan al país unos 9.700 millones de dólares al año. En 1.993, la contaminación del suministro de agua de Milwaukee hizo enfermar a más de 400.000 personas, de las que murieron 104. El desastre costó a la ciudad 150 millones de dólares.
En 1.991 se consideró que el agua vertida por un carguero chino era culpable de haber introducido la estirpe asiática del cólera en aguas de Perú. Se cree, que después del vertido, las bacterias se propagaron rápidamente en el ecosistema marino, infectando el plancton y llegando hasta la población humana a través del consumo de agua, pescado y mariscos contaminados. Transcurridos dos años del vertido, se habían registrado más de 500.000 casos de cólera en toda América Latina, 200.000 de ellos en Perú.
La degradación del Mar de Aral ha provocado que ciento de miles de personas padezcan anemia y otras enfermedades debido al consumo de agua saturada de sales y contaminada de sustancias químicas procedentes de los campos de algodón.
De acuerdo a un estudio realizado por Medicus Mundi en Gugerat, un estado situado en el oeste de la India, el agua de los pozos analizados presentaba un alto grado de contaminación fecal, responsable de la alta prevalencia de parásitos en la zona. Se analizó a más de 200 personas y resultó que el 87,3 % estaba infectado con parásitos intestinales. Un 85,3 portaba parásitos patógenos.
El tratamiento de las aguas residuales es un método hasta ahora muy poco usado, pero se aplica ya para el riego en comarcas de California, India, México y en especial en Oriente Medio. En Israel, más del 70 % de las aguas residuales tratadas se utilizan en irrigación
En los países en desarrollo, entre el 90% y el 95% de las aguas residuales y el 70% de los desechos industriales se vierten sin tratar y contaminan las reservas utilizables de agua.
Hablar del agua es comentar una paradoja. Es el elemento más abundante de la Tierra y, a su vez, escasea en muchos lugares. Da la vida y, en ocasiones, la quita. Une y separa. No le concedemos valor y su falta paralizaría nuestra vida. No figura en las grandes cifras macroeconómicas y es el principal activo. . La lucha contra las enfermedades transmitidas por el agua requiere la conciencia de la población interesada sobre la conveniencia de adoptar ciertas medidas preventivas.
De ahí que los que formamos parte de HS Group estamos concienciados y tenemos por bandera lo que enarbola el medio ambiente y sobre todo el bienestar y salud de las personas. Una empresa que mirando hacia atrás camina hacia delante, en el tratamiento de todo tipo de aguas. No puede dejar pasar que hoy día haya millones de personas en el Planeta que puedan morir por causas de infecciones hídricas. Día a día apostamos por superarnos en nuestros sistemas de tratamiento, no sólo en las zonas desarrolladas sino también en las subdesarrolladas si cabe más, poniendo todos nuestros conocimientos, técnicas, materiales y recursos humanos.